Lo "crudo" del impuesto al "crudo"
Por: Calixto Negrón
Publicado en Periódico Metro
26 septiembre 2014
El gobernador Alejandro García Padilla confirmó que se considera un impuesto a las importaciones del crudo de petróleo para palear la crisis de la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT). El organismo acarrea una deuda de $2,300 millones, lo que constituye el problema más grande del Banco Gubernamental de Fomento por su incapacidad de repago.
La caída de sus ingresos operacionales, junto con la imprudencia e irresponsabilidad de Gobiernos pasados que la convirtieron en una especie de piñata a la que a golpes le extraían dinero para financiar megaproyectos, como el Tren Urbano, y mantener otras dependencias, como la Autoridad de Transporte Marítimo y la Autoridad Metropolitana de Autobuses, han colocado a la ACT al borde del precipicio.
Sin embargo, a pesar de la crisis por la que atraviesa la ACT, que todo el mundo reconoce, constituiría un acto de insensatez, precipitación e incluso de temeridad la puesta en práctica del propuesto impuesto al crudo del petróleo, propuesta que no es nueva. Recordemos que, durante la pasada administración, entre las medidas económicas sometidas por el Comité Asesor de Reconstrucción Económica y Fiscal (CAREF), nombrado por el entonces gobernador Luis Fortuño, se encontraba la pretensión de aprobar un impuesto al petróleo. En aquel entonces, al igual que ahora, entendidos en la materia, incluyendo a líderes y asesores económicos del Partido Independentista Puertorriqueño, advirtieron que medidas como esta llevarían al colapso a las mismas finanzas del Gobierno y colocarían la economía en una situación más aguda y crítica.
Entre las consecuencias que a la larga traería la aprobación de este nuevo impuesto está un aumento significativo en la factura de la luz, ante el hecho de que el mayor importador en la isla es la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), y la corporación se lo pasará a los ciudadanos en la factura mediante el ajuste por combustible. También tendrá un efecto dominó en otro segmento de la economía: el precio de la gasolina.
Al final del camino, este propuesto impuesto, al igual que todas las medidas aprobadas bajo esta administración y las recomendadas por el CAREF bajo Fortuño, no va dirigido a sacarle dinero al que más tiene, sino al bolsillo de la gente, a la clase media asalariada que sale a trabajar todos los días y que ya paga más de tres cuartas partes de los recaudos del Gobierno. Las medidas que se están considerando, lejos de ir contra aquellos sectores que tienen capacidad de pagar un poco más, van contra los sectores que ya pagan demasiado.
No hay razón para seguir dilatando el reclamarles a aquellos sectores que tienen capacidad de pagar un poco más a que asuman su responsabilidad contributiva como en el resto de los países del mundo. Es tiempo ya de que se encauce una verdadera reforma contributiva integral en la que, entre otras cosas, se acabe con todo el andamiaje de exenciones contributivas, créditos y deducciones, que se han elaborado para favorecer las corporaciones exentas y, en su lugar, hacerles justicia a quienes pagan tasas contributivas altas, como las pequeñas empresas puertorriqueñas, el capital nativo y los individuos. Esta imposición no significaría ningún sacrificio para estas corporaciones, y, por el contrario, representaría el recaudo de nuevos ingresos.
En cambio, insistir en aprobar un impuesto al petróleo significaría condenar a todos los eslabones de la cadena a sufrir lo crudeza del impuesto al crudo.