Juan Dalmau Ramírez Portavoz del PIP en el Senado31 de octubre de 2017
En su “Historia Universal de la Infamia”, Jorge Luis Borges nos regaló “El atroz redentor Lazarus Morell”. En estos días he recordado este cuento borgiano, a causa de la incomprensible contratación en Puerto Rico de una compañía de nombre Whitefish, que por $300 millones se encarga de reconectar el sistema eléctrico del País.
Les cuento por qué.
Este Lazarus Morell se dedicaba al negocio de liberar esclavos negros en las plantaciones del sur de los Estados Unidos, antes de la Guerra Civil. Morell era metódico y comenzaba con la elección de un esclavo negro al que le proponía la libertad. El plan, según se le explicaba al esclavo, era ayudarlo a huir de su patrón, para luego venderlo en alguna finca distante.
La venta generaba dinero para Morell y el esclavo; a quien se le había prometido la libertad sería conducido a un estado norteño libre para que disfrutara de una nueva vida. El esclavo sabía que se estaba involucrando en un negocio turbio, pero movido por sus ansias de libertad, accedía al plan. Luego de varias fugas y posposiciones inexplicables, el esclavo ya impaciente reclamaba su libertad. En esta etapa, se develaba el verdadero plan de Morell, cuyos hombres procedían a “liberar” al esclavo con “un balazo, una puñalada baja o un golpe.”
Piense por un momento en la crueldad de esta historia. El método de Morell sigue el patrón universal de la explotación: la víctima desesperada, el negocio turbio, la promesa falsa, el cambio de planes, el lucro del estafador y, finalmente, el atropello de la víctima. ¿Les parece familiar?
Vayamos a la contratación de Whitefish. Esta desconocida empresa de Montana, al momento de ser contratada por la AEE contaba con dos empleados y con un raquítico historial profesional. No hay que ser genio para preguntarse: ¿Cómo es posible que en la peor catástrofe en la historia de Puerto Rico y ante un colapso total de nuestro sistema de energía, el gobierno y la AEE optaran por contratar esta empresa?; ¿Quiénes verdaderamente tomaron esta decisión con la que han condenado al País?; ¿Realmente qué oscura agenda está detrás de todo esto?
Hay demasiadas preguntas sin contestar. Por ello hago un llamado a mis compañeros legisladores y a todo el País a abrir una investigación amplia, seria y responsable sobre este tema. A esos efectos he presentado una resolución y espero acción urgente.
Por lo pronto, es innegable que la historia oficial no aguanta agua. ¿Quién puede creer que Whitefish fue contratada porque fueron los únicos en llamar y los más prestos a ayudar? Es sabido que Puerto Rico no siguió el protocolo de contratación en casos de emergencias similares.
En el afán de defender este dudoso contrato, los funcionarios del gobierno me recuerdan al esclavo del cuento de Borges, quien ya enredado en la turbia empresa de Morell, continuaba cooperando con su explotador hasta el final. Es nuestro deber llegar al fondo de este asunto, aun cuando se haya tomado la decisión de rescindir dicho contrato.
Haya o no ilegalidad, los hechos conocidos ya revelan que se trata de un contrato infame para el País.
Puerto Rico quiere y puede levantarse, pero no para la misma porquería corrupta y de favoritismo. Tiene que batallar contra las aves de rapiña. Y Dios nos libre de permitir que los ocultos gestores de esta infamia contra Puerto Rico se salgan con la suya.