En lo que a mi juicio es una falta de respeto a los puertorriqueños, la congresista Nydia Velázquez afirma que, “La auto-determinación del pueblo de Puerto Rico es un derecho inalienable y cualquier propuesta relacionada al futuro de la Isla tiene que emanar de los propios puertorriqueños”, pero a la vez propone al Congreso un proyecto que permite un Estado Libre Asociado colonial y territorial, que es la negación de ese derecho.

El colonialismo es la esclavitud de hoy día. Su proyecto sugiere que las opciones no excluyan la esclavitud, que el “amo” no venga obligado a abolir la esclavitud sin que los esclavos lo pidan, y que lo que los esclavos pidan esté sujeto a lo que el “amo” quiera dar. En su proyecto, la señora Velázquez propone una asamblea constituyente fatula que no obliga a que nada cambie. Su proyecto articula la defensa del colonialista contento, que es la del esclavo que baila al son de sus cadenas.

El gobernador de Puerto Rico, por su parte, pretende lo que se ha llamado “una ofensiva” contra el proyecto Serrano-Fortuño, que compite en el Congreso con el que le ha encargado a la señora Velázquez. Tildándolo previsiblemente de “proyecto de estadidad” para asustar a los congresistas, el gobernador – como en el pasado – ha reclutado a elementos racistas para apretar el botón del pánico anti-hispano en Estados Unidos con el fantasma de la estadidad. Este intento de exacerbar de la xenofobia angloamericana debilita y ofende las luchas sociales de las comunidades hispanas en Estados Unidos.

Previendo el ofensivo cinismo de los colonialistas, el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) ha propuesto, distinto a ambos proyectos, un proceso de consenso que en esta etapa permita a los puertorriqueños una primera votación para eliminar la opción ilegítima del territorio colonial. Luego, entre otras cosas que obliguen al Congreso, procedería convocar una asamblea constituyente real – propuesta del PIP de hace décadas – para escoger, sin confusión, una opción descolonizadora.

Morder de nuevo el anzuelo de los inmovilistas es traicionar la solidaridad por la reivindicación de los derechos de los puertorriqueños, donde quiera que vivamos.