Por Rubén Berríos Martínez
Publicado en El Nuevo Día
27 de diciembre 2016
Han transcurrido 71años desde que el liderato máximo del PPD decretó incompatible ser miembro de ese partido y del Congreso Pro Independencia.
En Puerto Rico prevalecía el independentismo pero despuntaba la Guerra Fría y para Estados Unidos nuestra independencia era inaceptable.
En 1946, fiel al libreto, la Legislatura del PPD para aplacar su sector más radical aprobó un proyecto de plebiscito entre independencia, estadidad y un dominio tipo Canadá. El gobernador americano impartió su veto, la Legislatura pasó sobre el mismo y el presidente Truman lo vetó declarando que solo estaban disponibles reformas a la Ley Orgánica.
El PPD se dividió entre los que acataron la voluntad norteamericana tomando la ruta colonial del ELA y los que se unieron a don Gilberto y otros patriotas para fundar el PIP en 1946. En 1947 el Congreso aprobó la Ley del Gobernador Electivo y en 1948 la Legislatura la Ley de la Mordaza.
Siguieron décadas de persecución, criminalización y propaganda antiindependentista; y en 1950 el Partido Nacionalista bajo el liderato de Don Pedro –tras años de prisión– reivindicaba la insurrección anticolonial.
Desde entonces, cambios trascendentales: en 1989 acabó la Guerra Fría; la economía mundial se ha internacionalizado; el colonialismo prácticamente ha desaparecido y aquí está quebrado económica, política y socialmente, mientras el país se vacía.
El movimiento estadista ha experimentado un crecimiento sustancial. El PPD –reducido su apoyo electoral–ha mantenido buena parte de la “masa sana” del autonomismo de la que hablaba Martí, y que rechaza la asimilación. Y el independentismo se mantiene perseverante contra viento y marea como fuerza con personalidad propia, influyente y respetada.
Además, ha ocurrido una serie de importantes acontecimientos: el proceso congresional del 1989-1991 evidenció que la estadidad es inaceptable para EU y reconoció la independencia como alternativa viable; del 1999 al 2003 Vieques y la retirada de la Marina; los Informes de Casa Blanca del 2005, 2007 y 2011 reafirmando el carácter colonial del ELA; el repudio plebiscitario a la colonia en el 2012; el desahucio oficial del ELA en 2016 por el gobierno norteamericano con el caso Sánchez Valle y la Ley de Control Fiscal; y, el ampliado respaldo a nuestra descolonización e independencia en la ONU y la CELAC.
Cobran vigencia las palabras del presidente de la Internacional Socialista, Willy Brandt, cuando me informó en Estocolmo en 1989, que por primera vez durante una reunión con el Secretario de Estado norteamericano este no cuestionó la relación de la IS con el PIP: “Tengo buenas noticias. Estás empujando una puerta abierta”
Las relaciones coloniales dependen de los intereses que las determinan, de la geopolítica internacional, la coyuntura histórica y la correlación o desproporción de fuerzas entre colonia y metrópoli. Brandt conocía esa verdad. Por eso en Puerto Rico, respecto al estatus, las mayorías y minorías son cuestión de tiempos y circunstancias.
En estos nuevos tiempos hay que lograr lo que en la post guerra no se pudo y, manteniendo nuestras particulares identidades, anclados en nuestra inquebrantable nacionalidad, construir el futuro con los que creemos en la soberanía nacional, unos a través de la independencia y otros de la libre asociación. A esa aspiración le llegó su tiempo.
Recuerde a Martí la “masa sana” dentro del PPD: “La autonomía fue para Baldorioty… el modo de congregar en acuerdo con su geografía e historia, las fuerzas irreductibles del país… a fin de que pudiesen buscar una forma más feliz el día en que se comprobara la insuficiencia y falsedad de la autonomía…”. Recuerden los independentistas la consigna irlandesa: “La libertad para obtener la libertad”.
Los días de la colonia están contados y la Estadidad no es solo perjudicial para Puerto Rico, sino inaceptable para EU por ser contraria a sus intereses.
Brandt lo sabía: la puerta está abierta; y Martí anticipó este momento: hay que “buscar una forma más feliz”. El camino de la libertad ha sido largo y falta por andar, pero llegamos, llegamos.