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Alternativa de esperanza y futuro

Por Denis Márquez Lebrón
Publicado en Periódico Metro
20 de marzo 2015


La histórica incompetencia administrativa de los gobiernos PPD y PNP, su vocación a vivir del presupuesto, provocan decepción, indignación y frustración en diversidad de personas y grupos y los llevan a la búsqueda de nuevas alternativas políticas. Escuchamos a múltiples sectores constantemente expresarse sobre la necesidad de romper con el bipartidismo y de pensar en nuevas alternativas, particularmente para la gobernación, pues cada día crece como la espuma el rechazo a la gestión y a las nefastas políticas del actual inquilino de Fortaleza.

 

Durante décadas, el Partido Independentista Puertorriqueño ha propuesto romper con ese bipartidismo mediante una fórmula sencilla pero precisa: primero, postulando a la gobernación a personas honestas e inteligentes con el compromiso de un verdadero cambio social, complementado con la presentación al país de un programa de gobierno abarcador fundamentado con propuestas reales, sensatas y de políticas sociales, siempre a la vanguardia. Se comprenden en él desde el desarrollo económico sustentable, la reforma económica integral, la agenda para la mujer, la defensa y protección de derechos, un futuro energético distinto, un plan nacional de salud y la transformación de la educaciónn entre otras muchas, basadas todas en un programa socialdemócrata cuyo norte son los derechos humanos, la equidad y la justa distribución de los ingresos y riquezas.

Nuestros candidatos impulsan alternativas para la solución del problema fundamental que confronta nuestra realidad política, el colonialismo. En nuestra propia nación nos manda un gobierno extranjero que toma las decisiones fundamentales de nuestra economía e incluso de nuestro diario vivir; altera la posibilidad de ampliar nuestra educación y manifestaciones e intercambios culturales, sociales, económicos y políticos; impone la pena de muerte, aunque nuestra sociedad la rechaza; amenaza a países hermanos latinoamericanos; e incluso determina que el gobierno local no tiene tan siquiera la capacidad jurídica para declararse en quiebra. Esa realidad política es, por un lado, convenientemente ignorada por unos que quieren mantener el régimen colonial, como el gobernador de turno, por otro, por los que defienden propuestas irreales como son los proyectos de estadidad en el Congreso de Estados Unidos e incluso por candidatos que han optado por no tocar este tema ni con una vara larga, pretendiendo ignorar con su discurso la grave enfermedad social que representa el colonialismo.
Esa característica que tienen nuestros candidatos de luchar por romper con el yugo del colonialismo y la de aspirar a una república independiente con los poderes necesarios para comenzar el imprescindible proceso de transformación social y económica provoca en algunos sectores el deseo de que no existiéramos como institución política. Su intento de silenciarnos es no reconocer que la opción de la independencia, del PIP y nuestros candidatos(as) a las elecciones y como movimiento de liberación nacional es la opción ante el nefasto intercambio de gobiernos rojos y azules que ha estado plagado por la venta de influencias, de exorbitantes alquileres, del gasoducto del sur, de el del norte, el IVU de uno por el IVA del otro, el endeudamiento público, el clientelismo político en las agencias de gobierno y el empobrecimiento social y económico que nos tiene a todos en constante desasosiego y hasta en algunos ha implicado la pérdida de la esperanza.

Los 68 años de existencia del PIP son muchos, pero no suficientes para perder el optimismo, la perseverancia y la constancia. Han sido años de represión y persecución política, de criminalizarnos como partido y de cancelar la independencia como la alternativa y opción real de un buen gobierno, de esperanza y futuro.