Es hora de que en Puerto Rico mandemos los puertorriqueños
Por: Adrián González Costa
Publicado en Periódico Metro
11 de diciembre 2015
Tras más de 500 años de colonialismo, esta semana la colonia ha quedado retratada en alta resolución y como no lo estaba desde principios del siglo 20. Luego de muchos intentos fallidos por los gobiernos coloniales de Puerto Rico de esconder la realidad colonial que vivimos, en estos días es innegable que la crisis que estamos viviendo tiene como problema de fondo el colonialismo al que estamos sometidos y cuya única solución es el que se atienda-precisamente-el colonialismo al que estamos sometidos. Mientras el gobernador espera porque se incluya a esta ínsula en el Capítulo 9 del Código de Quiebras Federal, para decidir si convoca a una sesión extraordinaria con el fin de aprobar legislación que persiga aumentar las tarifas de energía eléctrica y así puedan sacar de nuestro bolsillo más dinero para complacer a Wall Street, el Comisionado Residente del partido contrario también tiene sus esperanzas en que incluyan a Puerto Rico en el Código de Quiebras. Ambos, con la infundada esperanza de que el gobierno norteamericano es bueno y dadivoso, y que su obligación es ayudarnos. Como no es su obligación ayudarnos, y como la naturaleza misma de la relación entre la metrópoli y la colonia es que la colonia se encuentre en un estado de indefensión perpetuo, la respuesta de Washington a San Juan fue plantearnos que ya “está bueno de que jueguen a que tienen su gobierno propio”.
Las medidas presentadas por demócratas y republicanos esta semana como posible alivio a la crisis fiscal giran en torno a la posibilidad de re establecer un gobierno nombrado por el Congreso como lo era antes de la nefasta Ley 600, la cual autorizó a Puerto Rico a constituir su propio gobierno y a aprobar una constitución sujeta a los poderes plenarios del Congreso. Ley que los defensores de la colonia llaman el pacto, vaya pacto que al día de hoy nos exponemos a que al amparo de esos poderes plenarios, el gobierno compuesto por los puertorriqueños y puertorriqueñas pase a un segundo plano o a ningún plano, y el país sea gobernado por una junta de control fiscal nombrada por el Congreso.
Si es un hecho el que la crisis fiscal tiene como problema de fondo nuestra situación colonial y que para comenzar a salir de ella hay que tratar ese problema de fondo como punto de partida, la solución no puede ser agravar la crisis colonial. El que una junta fiscal federal tome decisiones que afectarán a todos los puertorriqueños y puertorriqueñas es el colmo del colonialismo y creará una crisis sin precedentes. Si a la Asamblea Legislativa no le tiembla el pulso a la hora de aprobar legislación con el efecto de miles de despidos a empleados públicos, destrozar los sistemas de retiro de los empleados públicos y del magisterio, aumentar el impuesto al petróleo y aumentar el impuesto de ventas y uso, qué podemos esperar de una Junta compuesta por personas que probablemente en su vida han pisado este país. Podemos y tenemos que esperar lo peor, seguirán al pie de la letra las recomendaciones del Informe Krueger porque no se enfrentan a un costo político como el caso del gobierno aquí, y podrán ir más allá de esas recomendaciones, tomando las medidas que entiendan necesarias en beneficio de Wall Street, aunque sea en perjuicio de nosotros.
Mientras otros tomen las decisiones por nosotros, seguiremos con las manos atadas. Hay que romper con ese círculo y aspirar a tomar nuestras propias decisiones, aspirar a que en Puerto Rico manden los puertorriqueños en beneficio de los puertorriqueños, y esto sólo sucederá con la independencia.